Posteado por: mariacvg | 4 julio 2010

Luis de Góngora

Nació en 1561 en Córdoba en el seno de una ilustre familia y estudió en la Universidad de Salamanca. Recibió órdenes religiosas y en su juventud ya era bastante famoso puesto que Cervantes habló de él cuando Góngora sólo tenía 24 años. Obtuvo un cargo eclesiástico de poca importancia pero que le permitió viajar por España con frecuencia y visitar la Corte en Madrid, donde se estableció consiguiendo que Felipe III le nombrase su capellán. Al final de su vida, agobiado por las deudas, se trasladó a Córdoba, donde murió en 1627.

Los enemigos de más valer que tuvo fueron Quevedo y Lope de Vega, aunque contó con famosos partidarios como el conde de Villamediana o los humanistas Pedro de Valencia y fray Hortensio de Paravicino.

Góngora destaca por su carácter innovador: piensa mediante conceptos, aunque su escritura, realizada con multitud de recursos lingüísticos, logra grados de elevación lírica y de complicación a veces casi inalcanzables.

Hasta hace poco la historia literaria separaba la obra poética de Góngora en dos mitades claramente diferenciadas: las letrillas de inspiración popular y los romances moriscos, amorosos, pastoriles y caballerescos, y su obra cultista iniciada en 1610 con la Oda a la toma de Larache, y continuada con el incremento constante de la oscuridad estilística en la Fábula de Polifemo y Galatea (1613), las Soledades (1613) y el Panegírico al duque de Lerma (1617).

Góngora siempre obtuvo críticas llenas de elogios, y para muchos es el autor de los más bellos sonetos que se han compuesto en lengua castellana.

Polifemo y las Soledades fue muy mal entendido por la crítica. Su estilo suscitó inmediatamente la oposición. El argumento de la Soledad primera es bastante poco convencional, aunque se inspira en un episodio de la Odisea: un náufrago joven llega a una costa y es recogido por unos cabreros. Fue una obra que causó un gran escándalo por su atrevimiento estético y su oscuridad hiperculta, pero con ella, la lírica castellana se enriqueció con nuevos vocablos y nuevos y poderosos instrumentos expresivos.

Se suele agrupar su poesía en dos bloques: poemas menores y mayores, correspondientes más o menos a dos etapas poéticas sucesivas. En su juventud, Góngora compuso numerosos romances, de inspiración literaria, de cautivos, de tema piratesco o de tono más personal y lírico, algunos de ellos de carácter autobiográfico, y también numerosas letrillas líricas y satíricas y romances burlescos. La gran mayoría son una constante acumulación de juegos conceptistas, equívocos, paronomasias, hipérboles y juegos de palabras típicamente barrocos. Entre ellos se sitúa el largo romance Fábula de Píramo y Tisbe (1618), complejísimo poema donde se intenta elevar la parodia a categoría tan artística como las demás. Merecen también su lugar las sátiras contra distintos escritores, especialmente Quevedo o Lope de Vega.

Junto a estos poemas, a lo largo de su vida no dejó Góngora de escribir perfectos sonetos sobre todo tipo de temas (amorosos, satíricos, morales, filosóficos, religiosos, de circunstancias, polémicos, laudatorios, funerarios), auténticos objetos verbales autónomos por su intrínseca calidad estética y donde el poeta explora distintas posibilidades expresivas del estilo que está forjando. Entre los tópicos usuales (carpe diem, etc.) destacan, sin embargo, como de más trágica grandeza los consagrados a revelar los estragos de la vejez, la pobreza y el paso del tiempo por el po eta, que son los últimos.

Los poemas mayores fueron, sin embargo, los que ocasionaron la revolución culterana. Son la Fábula de Polifemo y Galatea (1612) y las incompletas e incomprendidas Soledades (la primera compuesta antes de mayo de 1613). El primero narra mediante la estrofa octava real un episodio mitológico de las Metamorfosis de Ovidio, el de los amores del cíclope Polifemo por la ninfa Galatea, que le rechaza.

Luis de Góngora compuso también tres piezas teatrales, Las firmezas de Isabela (1613), la Comedia venatoria y El doctor Carlino, esta última inacabada y refundida posteriormente por Antonio de Solís.


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